Mientras que Kosuke Iwasa está terminando su estadía tras aprender sobre gastronomía marítima en Kagawa, Ken Miyake está comenzado su experiencia aprendiendo el baile de yosakoi en la ciudad de Kochi. Ambos cuentan qué han aprendido allá y cómo fue la experiencia de ser becados de JICA.
Kosuke Iwasa:
Aunque me queden, exactamente, dos semanas para que se termine esta larga aventura de casi un mes y medio, creo que ha sido una experiencia que mezcla aprendizaje laboral y personal. También me ha servido para conocer más mis raíces familiares.
En mi primera semana que estuve en la sede de JICA Yokohama, fue difícil debido a que era mi primera vez en Japón. Sin embargo, me fue fácil seguir las formalidades de la sociedad japonesa y sus costumbres.
Lo que me impactó mucho fue mi falta de japonés en lo relacionado en negocios o cosas más técnicas en el idioma. Si bien, con un nivel básico de japonés, uno se puede manejar en conversaciones cotidianas, es cosa de seguir adelante sin miedo y aprovechar las clases que se imparten la primera semana antes de comenzar los programas de JICA.
Fue muy grato compartir con mis compañeros de las otras becas, quienes venían de varios países de Latinoamérica: en mi caso hubo hartos brasileños (incluso sobre 45 años), tres argentinas, tres paraguayos y yo, el único chileno.
Al llegar a mi destino en Kagawa, pude experimentar muchas cosas que, creo, nunca iba a poder hacer en la vida. Eso provocó que me gustara bastante el programa que elegí -relacionado a gastronomía marítima- el cual está relacionado con la empresa de familia, para así poder obtener nuevas ideas que se pueden aplicar en mi retorno a Chile.
Hubo momentos en que no creía que estaba en el programa de JICA. Por ejemplo, en mi segundo día en Kagawa -en donde se está llevando a cabo mi programa- fui entrevistado para la TV japonesa. Esto no me lo esperaba estando en este curso.
También obtuve un diploma en una escuela de Udon, visitar templos o lugares como Ritsuri Garden, logré subir a ferrys y lanchas para ver cómo los pescadores japoneses hacían su labor diaria.
Sin embargo, lo que más destaco, es la atención de todas las personas de JICA, tanto de Chile, como de Japón.
Por último, se debe tener en cuenta que siempre se debe cumplir con las reglas mínimas exigidas del programa para no tener ningún problema.
Mi recomendación, a cualquier persona que quiera postular, es que aprovechen estas oportunidades que no siempre hay. Y, por sobre todo, disfrutar de estar viviendo en Japón.
Ken Miyake:
Durante este tiempo me he estado alojando en el centro de JICA Yokohama. Esta ciudad es un lugar bellísimo, especialmente de noche: es impresionante la cantidad de luces, diversidad de edificios, junto a los reflejos del mar y el rio hacen que la vista sea una obra de arte. ¡Incluso hay un parque de diversiones!
Tuvimos distintas clases entre ellas, sobre economía, política, historia y cultura japonesa, más dos días de clases de japonés enfocadas en como presentarse formalmente.
También hicimos recorridos turísticos por Yokohoma, como el museo de la migración japonesa, en donde aprendimos mucho de la historia de Japón y el cómo y porqué se produjo las distintas olas migratorias hacía afuera de Japón.
También visitamos el “disaster risk reduction center”, donde nos enseñaron a prevenir riesgos durante distintos tipos de desastres naturales: nos subimos a un simulador de sismos, de incendios y además aprendimos cómo usar un extintor.
Otra de las atracciones fue ir al puerto de Yokohama, el cual tiene diseño muy particular. Y finalmente visitamos Chinatown, el famoso barrio chino de Yokohama.
Si bien conocía esta ciudad por fotos, el caminar por las calles y puentes, sentir la humedad, escuchar las voces de la gente (a veces no solo en japonés, debido a la diversos cultural que aquí hay) es una experiencia que solo se puede vivir estando acá.
En estos momentos me encuentro en Kochi, es un lugar con mucha vegetación y muy tranquilo, se puede ver en algunas calles muchas personas ensayando yosakoi para el Festival que se celebrará pronto.